PELUQUERÍA FRANCESA Y BOULEVARD LAVAUD: LA TRADICIÓN DEL BARRIO YUNGAY NUNCA MUERE
Por María Alejandra Troncoso
Elizabeth Kassis es una mujer apasionada y eso se nota especialmente cuando habla de caballos, de su querida Palestina y por supuesto, de su familia. Siempre ha sido inquieta e intensa. A los tres años se subió por primera vez a un caballo y a los nueve comenzó con clases de pintura. Más tarde entró a la universidad a estudiar ingeniería y para acelerar el proceso, se cambió a un instituto para estudiar administración, lo que no le gustó a su padre, pero le permitió abrirse rápidamente paso al mundo que la esperaba.
Siempre se ha desenvuelto en un mundo de hombres. Y al conocerla, claramente se ve que su sello se lo ha hecho a mano ella misma. Al respecto destaca, “con mucho orgullo y humildad, es un logro mío. La vida te va preparando. Tener que trabajar en un mundo de hombres y bastante machista, no me fue complejo, no me asustó, no me amedrentó. Por el contrario, me sentí cómoda. Cuando uno raya la cancha, todo funciona”.
Conversamos con Elizabeth Kassis de su vida, éxito y gusto por los animales, su veta de artista y de las tradiciones palestinas que lleva en la sangre y que intenta preservar y compartir.
“Soy intensa, multifacética, autoexigente. Me di cuenta que a lo largo de la vida no puedes realizar algo si no estás bien conectada con el corazón, con la naturaleza. Si no, andaría perdida”, explica Elizabeth, quien hoy distribuye el tiempo entre su familia y el trabajo junto a su padre Alberto Kassis en los negocios familiares. Destaca el Criadero de Caballos Santa Ana que ella dirige y que en 2019 y en 2020 obtuvo el máximo galardón que un criadero de caballos puede obtener.
Además trabajada en proyectos audiovisuales . “Comunicar es lo que me gusta. Y los programas me permiten eso, comunicar y transmitir tradiciones chilenas y palestinas”.
Raíces y tradiciones
Destaca que el mundo debe inspirarse en las tradiciones culturales. “Las personas no pueden vivir sin ellas. Las familias, los pueblos, los países, las regiones deben tener sus tradiciones. Y por supuesto, me encanta crearlas en familia. Por ejemplo, en pascua de resurrección celebramos con tradiciones ortodoxas que aprendimos de nuestros padres y que vienen de Palestina. Pintamos huevitos todos en familia desde una semana y media antes. Huevo es sinónimo de vida, y como antiguamente no existían los de chocolate, se pintaban. En Palestina aún existe la tradición de tallarlos con cinceles o teñirlos con tinturas naturales. Son verdaderas obras de arte. Y cuando llega el domingo, tenemos una bandeja llena de huevos que luego chocamos. Este año, una amiga me vio en Instagram y me pidió que les enseñara. Fue muy emocionante ver los videos de niños y sus familias pintando huevos.
El 18 de septiembre también es muy importante. Vivimos las tradiciones chilenas en el campo, en fondas y rodeos, exposiciones de caballos y juegos con los niños. Luego, mi experiencia como Directora de la Federación de Criadores de Caballos Raza Chilena, fue muy entretenida. Me tocó trabajar en la fiesta más importante, la que se organiza en el Parque Alberto Hurtado”.
La familia y el matrimonio…
El matrimonio es una de sus tradiciones más arraigadas. ”Para mí, el rito del matrimonio es fundamental. Me gusta la familia y la formalidad. Es la base de la sociedad y creo que debe ser lo más estable y sólida posible. En la solidez está la estructura, por eso creo en casarse con todas sus leyes”.
Y es así como en 2020, con Juan Ignacio Izurieta “nos casamos al inicio de la pandemia. Teníamos fecha para el 28 de marzo. Días antes llamamos al Registro Civil y nos dijeron que nos podían casar ese día a las 12.00. Teníamos 45 minutos para llegar. Hablamos con los niños, los míos y los de Juan Ignacio, chicos y grandes, y partimos todos. Fue un matrimonio familiar maravilloso. Octavio Pizarro me hizo el vestido de novia que yo diseñé, con chupalla, manta y por supuesto mis botas vaqueras.
No sólo encabeza uno de los Haras más reconocidos en Chile y el mundo. Los caballos son parte de su vida diaria y de su familia. «Amamos los caballos, y todo tipo de animales. En algún momento fuimos como el Arca de Noé, pero, ahora trato de reducirme un poco. Y mis niños también tienen esa misma conexión que surgió cuando recorría el campo durante mi embarazo”.
¿Qué representan los caballos?
Mis papás compraron el campo cuando tenía tres años. La primera vez que vi un caballo fue como un reencuentro. Lo vi y lo primero que hice fue camimar y abrazarle una pata. Fue una conexión instantánea que creo debe ser ancestral, no tengo una explicación lógica. Y desde ahí no los solté más. Siempre he sentido que los caballos me entienden y que yo los leo. Muchas veces me es más fácil relacionarme con ellos que con las personas.
Los caballos son animales espejo y reflejan todo lo que sientes. Y eso como herramienta de autoconocimiento y sanadora, es maravillosa. También como herramienta para terapias, como la hipoterapia, un proyecto de vida que está implementando también en Palestina. Si sientes miedo, el caballo lo percibe. Se paraliza y no sabe qué hacer.
Con 85 caballos de pura sangre árabes, chilenos y frisones, actualmente, encabeza el Haras Santa Ana. Al respecto destaca, “nos enamoramos de la crianza. En un momento decidimos profesionalizarlo y ahí entré yo. La crianza es parecida a la cerámica, estás creando una pieza con tus manos. Siempre existe el factor sorpresa, qué pasa en el horno, porque no sabes qué va a pasar entre el cocimiento y el esmalte. Puedo describir la morfología, tener una imagen, identificar las posibilidades genética, pero al entrar al horno, puede pasar cualquier cosa. La diferencia es que la cerámica es más rápida”.
Inspirada, sigue hablando de sus animales favoritos a quienes crían con doma natural y los improntan desde que nacen. “Los acompañamos dentro de su pesebrera durante las 24 o 48 primeras horas desde su nacimiento. Fortalecemos al apego, con lo que el caballo te va a leer como parte de la manada, no como una amenaza.
Criamos caballos para la competencia de morfología, que también se puede decir, es una competencia de belleza. Son los Caballos que morfológicamente se acercan más a la perfección y tienen aún más potencialidad de ser excelentes deportistas para la rama en que los quieras desarrollar. Tenemos muchísimos premios en esta categoría “morfológica”. Batimos un récord con el caballo “Santa Ana de Melipilla Lindo Chico”, el primero en la historia de Chile en tener el título tres años seguidos. La impronta se la hicieron mis hijos con un año y medio. Se subían arriba, le agarraban las orejas. Además de ser un caballo precioso, con mucho sello y personalidad, inteligente, carismático, es como magnético. Y lo más maravilloso es que es padre, abuelo, muy joven y sus crías tienen las mismas características”.
¿De dónde surge tu veta artística?
Mis antepasados palestinos tienen mucho que ver y lo he ido descubriendo en la medida en que he ido conociendo nuestra historia familiar. Me he dado cuenta que el pueblo palestino tiene mucha cercanía con el arte en todas sus formas, cerámica, talla en piedra y en concha de perla. Los palestinos lo llevan en la sangre y eso se transmite genéticamente. Desde que tengo memoria hago cosas con las manos. A los nueve años empecé a pintar con óleo y desde entonces, he pasado por el arte en gran parte de sus formas. Recientemente me reencontré con la cerámica, estoy alucinada con el gres, mis manos ya sabían decodificar. En Palestina había visto ceramistas y moría por meter las manos en la masa.
Como seres humanos, necesitamos buscar una forma de conectar con la intuición, el corazón, la naturaleza. Agradecer, parar y respirar. De esa forma también te ayuda a lograr la conexión con la pintura, la cerámica, los animales. Si no te conectas a nada, actúas de manera robótica. Y en el arte es igual. Una pieza tiene que hablar, tiene que tener sentimientos. Hay tremendos copiadores, pero copian, sus obras no hablan, no tiene esa esencia y el corazón que deberían tener.
¿Cómo ves el rol que está desempeñando la mujer hoy en Chile y en Palestina?
Creo que el rol de la mujer es el mismo. Nosotras parimos y criamos. Somos la persona que está más tiempo con los hijos en etapa formativa. Entonces ¿qué es lo importante? Las tradiciones tienen un rol fundamental, nuestros hijos le van a enseñar a sus hijos-… se traspasa la tradición y se va haciendo país.
¿Cómo ha sido desenvolverse entre hombres?
Creo que la vida te prepara para las cosas a las cuales te vas a enfrentar. Desde muy joven trabajé con mi papá, voy a la fábrica, una empresa completamente de hombres en esa época, desde los cinco años. Aprendí a trabajar en Cecinas San Jorge, a compartir con la gente. Ese aprendizaje me sirvió para desempeñar los distintos roles que he tenido en mi vida.
En cuanto a los caballos, en otros países hay muchas mujeres criadoras, el mundo ecuestre es ecuánime. Pero en Chile, es netamente masculino. En la única raza donde hay mujeres, es en la hípica. La crianza es netamente un mundo de hombres.
Hubo que votar paradigmas, trabajar más duro. Pero fue una experiencia fantástica, conocí mucha gente maravillosa, me adentré mucho más en el campo chileno. Era la única mujer en la crianza y espero no ser la última. Creo que las mujeres tenemos mucho que aportar. Aunque suene cliché, tenemos una cosmovisión diferente del mundo, que para la crianza de caballos es muy interesante.
Cuéntanos acerca de tu nueva casa ¿qué motivó el cambio y cuál es tu estilo?
Creció la familia. Es un proyecto nuevo, en un lugar nuevo. Remodelamos una casa en Vitacura, por eso, recién nos cambiamos. Y nos ha pasado una cosa bien curiosa, es como si hubiéramos vivido siempre aquí. Ya hay mucho sentido de pertenencia. Quienes nos visitan nos dicen es que en nuestra casa se respira alegría y que se sienten felices cuando entran. Hay altas vibraciones y todos lo percibimos.
Esta casa nos ha dado la oportunidad de que nuestra colección de arte se vea aún más linda. Desde los 18 años colecciono obras. A los 17 tome la decisión de que la plata de mi mesada ahorrada la iba a invertir en arte, y así empecé a ir a remates y exposiciones, a agudizar el ojo. Siempre me gustó mucho la pintura, y tuve que aprender.
Todos sus mundos están vinculados y tienen una conexión que destaca. “Para criar caballos necesitas ojo y conocimiento. Así empecé tanto en el arte como en los caballos, sabía que tenía ojo, y empecé a estudiar para adquirir el conocimiento.
Mucho después estudié arte, y me di cuenta que el mirar piezas me producía una sensación muy especial. Además, el coleccionar arte podía ser una muy buena herramienta financiera. El arte es lo único que no baja de precio (sonríe).
No tengo un estilo particular. De hecho creo que el mejor estilo es el propio. Me gusta mezclar y por suerte mi marido tiene gran sensibilidad. A él le gusta mucho la decoración. Nos gusta combinar lo antiguo con lo moderno y no tengo problemas en cuanto a colores, no les tengo miedo. Eso le da personalidad a los espacios. Es lo que te gusta.
Contacto:
https://www.harassantaana.cl/
Maquillaje y Peinado: Alejandra Pérez / Ig: Alepmakeup
Producción: Carolina Muñoz