• octubre 31, 2024

Jordi Castell: Soy un obsesionado con la alegría, la estabilidad, el positivismo

Por María Alejandra Troncoso

Al entrar al departamento de Jordi Castell se siente paz. Los “relajantes colores de los muros” como él mismo destaca y la amplitud de los espacios, dan una sensación de “tranquilidad y calidez”. Lo seguimos hacia el interior de este iluminado lugar que es su “templo” y donde se desenvuelve en plena libertad. Nos hace el recorrido y nos cuenta los muebles que elige y restaura personalmente. Un gran living, una cocina comedor bastante amplia, un baño de visitas estilo kitsch de muros rosa con un mueble bombé que luce sobre la tina cubierta. Y su dormitorio, cuidadosamente organizado. Todo recién remodelado “solo para mí”, reflexiona. “Este rearme es un proceso que me encanta, me vuelvo a encontrar con mis gustos, con la paz. Me encanta cuando mi casa está en armonía”, destaca.
Con una disposición absoluta, Jordi Castell posa como en sus mejores momentos como modelo profesional para la fotógrafa de Pelle Home. Solo y con Topacio, su gata regalona… Y luego de escuchar los ronroneos de ambos, llega su perra, Nina Simone, quien como dice Jordie, se pone celosa… “ambas son chilotas” nos comenta, y sigue regaloneándolas a ambas, que lo acompañan durante toda la entrevista.
Los animales son parte importante en la vida de Jordi y en uno de sus muros, dos grandes dibujos enmarcados homenajean a Marley, su querido Boyero de Berna que falleció recientemente.
Sentados en su living, la placentera conversación gira en torno a su vida y sus proyectos.

Jordie Castell nunca para y al escucharlo, queda claro su carácter multifacético. “Mis abuelos me criaron desde los nueve años, una familia trabajadora, comerciante, propietaria de “El Baratillo” en San Fernando. Por eso siempre me ha gustado trabajar, y porque me gusta vivir como quiero. Con los años, he llegado a la fórmula de hacer sólo lo que me agrada y en cuanto al trabajo, también es así. Me gusta rodearme de grupos laborales que me permiten tener mi espacio”.
Y así ha sido también su trayectoria. “Cuando llegué a Santiago, estudié Comunicación Audiovisual. A las tres semanas, me ofrecieron hacer un casting para modelaje. Esa carrera me permitió comprar mi primer auto, pagar la Universidad y viajar.  Todo lo que ganaba era para mí. Le empecé a tomar el gusto a la calidad de vida. No a los lujos, pero sí a vivir bien. Me gusta por sobre todo la buena mesa, los espacios bonitos, dónde y cómo vivo, viajar. Para mí, todo el resto es accesorio. Y así ha sido siempre. A los 19 años comencé a vivir solo. Partí en una pensión, después viví con dos primas en un departamento interior en Ñuñoa, era como un garage convertido en departamento. Lo tenía muy lindo decorado, con los muros color caramelo… (recuerda).

 

 

¿De Dónde viene tu gusto por lo “bonito”?

Nunca he podido responder esa pregunta. Lo he conversado con la familia. Yo diseñaba los chalecos que mi abuela me iba a tejer, elegía las cortinas, los cubrecamas, decoraba mi pieza. Siempre fue así, un arquitecto o un diseñador frustrado. Es algo que siempre me ha gustado, de chico fui fijón y criticón, sobre todo con mi abuela, en cómo se vestía incluso. Era una relación muy cercana. Y con mi abuelo fue ideal, la figura más importante de toda mi vida. Maduro me acerqué más a él, un papá autoritario pero super buena onda. Hablábamos de todo, de política y compartíamos mucho, tomábamos juntos. Murió con su mano sobre la mía. Nos alcanzamos a despedir en paz. Una maravilla que la vida me devolviera la estabilidad.

Recientemente volvió a sufrir un quiebre en su vida, su separación, a un año y medio de que firmara el Acuerdo de Unión Civil con Juan Pablo Montt. “A lo largo de mi vida he sufrido mucho, y hoy no quiero destinar parte de mi tiempo ni de mi vida a los malos momentos. He pasado por cosas muy fuertes y desgarradoras, pero hago el proceso y después salgo a flote. No puedo ni quiero estar mucho tiempo con pena porque no le hace bien a mi vida.

A mi edad, he hecho un trabajo espiritual, me he hecho cargo de mi persona y me he enfocado en ser una buena persona. Dolores y agresiones, los he convertido en algo que me mueve para adelante. No soy de deprimirme, al contrario, soy muy autoexigente y proactivo, hasta hoy no sé lo que es bajar los brazos. No tengo tiempo para  pasar malos momentos”. Y agrega, “sería exagerar decir que estoy triste. Fue una relación que no despegó nunca, la agonía fue larga y no me sorprendió. Sí me sorprendió la persona de la que me separé, que no es con la que me casé. Pero ya estoy curado de los nervios, en mi casa y con mis amigos. Siento que quizá lo puedo pasar mal en una relación, pero estoy bien, hay algo en mi cabeza que hace la diferencia. Puedo estar bien en un ámbito y mal en otro, pero no se cruzan y no me afecta. Soy un obsesionado con la alegría, la estabilidad, el positivismo. No me quiero enfermar. Y lo mismo es en cuanto a mi vida social. Tengo una capacidad de selección feroz con mis amistades y con familiares. A esta altura de mi vida no quiero juntarme con personas negativas, amargas y peladoras, que no valoran y tampoco respetan la diversidad o a los animales. Converso mucho y no peleo por política. Con mis amigos podemos estar en desacuerdo, pero no por eso vamos a dejar de ser amigos. Y en cuanto a la reciente elección, yo voté por mis intereses, por el que creo hacía menos daño al país. Otras veces he votado más de derecha”.

Muchos conocen de su trayectoria como fotógrafo, a la que llegó cuando estudiaba comunicación audiovisual. “En el tercer trimestre hice el taller fotografía 1. Me volví loco, pelé todos los cables. Llegaba a Talca a contarle a mis abuelos de este mundo que había descubierto. Y mi abuela me dice… “te gusta más la fotografía”. Yo contesto, sí un poco. Y mi abuelo, aterrizándome una y otra vez, me dice, “tú puedes pagarte la carrera cuando termines”. Y a los 19, me pagué el taller de fotografía y también en cine, mientras aún estudiaba mi primera carrera. Desde entonces, siempre hice fotos de exterior. Trabajé en El mercurio, en Revista Caras, entre otros.

 

 

¿Qué representan para ti las fotografías?

La fotografía es vital. Para mí, la foto tiene el mismo peso que una pintura. Es muy importante. Las fotos son parte de cómo miro y cómo quiero mirar la vida, encuadrar todo. Las fotos son memoria. Creo que lo único que me va a salvar es la cantidad de fotos que tengo impresas en papel, como persona y como fotógrafo. Tengo atesorada una caja de diapositivas sin digitalizar.
¿No tienes taller de fotografía?
No. Mi profesor de taller de fotografía, con quien siempre hablamos, me dijo que era un peligro.  Pero hoy uso mi Samsung.

Cuéntanos de tu casa, ¿porqué elegiste un departamento en vez de casa?
No me siento seguro en una casa. Cuando vivía en Nuñoa, entre las calles Granada y Diagonal Oriente, una casa soñada, entraban a robar o circulaban por los muros de otras casas. Después de eso, nunca mas he querido vivir en casa.
En cuanto a mi decoración, trato que sea un espacio relajante, que inspire paz, que no haya cosas que pesen y que tenga buen humor. Pero además, tengo que tener elementos que me traigan a la memoria cosas agradables. Guardo cosas, algunas que traje de viajes, de mi infancia, cosas que existen desde mucho tiempo atrás. Como esa colección de autos (exhibida en un mueble del living) que tengo desde que tenía siete años. Siempre he sido medio tuerca y la he ido complementando con otros que he ido encontrando o comprando a través del tiempo. También tengo muchos libros que tienen que ver con mi historia.
El centro de mi casa es la Cocina comedor. Como me gusta comer bien, cocino y también invito a comer. Me preocupo mucho de los equipos y accesorios que compro como ese refrigerador exquisito.

Por eso eligió este departamento ubicado frente al Parque Araucano, con una vista magnífica, al que volvió luego de pasar una temporada en el sur, en Chiloé, donde pasó parte de la pandemia, en una cabaña que arrendaban. Hoy de vuelta en Santiago, se le ve bien y motivado a sus muy bien llevados 55 años. “En términos personales, lo pasé regio encerrado. Entrevistaba a una persona al día, salía a pasear a mi perro que amé con la vida.”.

 

¿En qué proyectos estás trabajando?

Hoy estoy dedicado al marketing digital, el sector más próspero del último tiempo. He sabido potenciar mi experiencia, me he preparado y hoy asesoro marcas en redes sociales, desarrollo estrategias. Aún soy muy creativo y me he esforzado por mantener todo lo que he construido. Y eso es lo que hago diariamente, entre otras cosas.
Y con la TV tengo una relación moderna, voy de invitado cuando me gusta quien me invita o quien me va a  entrevistar, cuando me siento cómodo. Voy dosificando.
Hoy llevo una vida selectiva. Durante los últimos 10 años he diseñado cómo quiero envejecer. Me gusta trabajar donde me siento bien, lo mismo con la gente. No me gusta salir de la zona de confort.

 

 

 

Carlos Rosenberg

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