• noviembre 23, 2024

María Elena Guzmán, artista

Por María Alejandra Troncoso

Con tan sólo 26 años, la artista visual, María Elena Guzmán, demuestra una profundidad diferente. Le gusta conocer a la gente, encontrar su verdadero ser. “Vivimos en un mundo tan visual, tan lleno de prejuicios, incluso antes de conocer a una persona. Lo del género qué se discute hoy, ¿a dónde apunta? Hablamos de la persona que tenemos al frente, de cómo es, vamos al interior de esa persona. El mundo se ha puesto más simple, todo es más superficial. Con mi trabajo busco volver al uno a uno. Y no en redes sociales”, reflexiona.

Ha incursionado en diversas materialidades. Lo ha probado todo, y como ella explica, “la pintura y el dibujo son mi base”. Su obra demuestra que cualquier cosa puede servir para crear.  Lo importante, destaca, es trabajar “donde me siento cómoda y en momentos íntimos”.

 

 

¿De dónde surge tu conexión con el arte?

Siempre quise estudiar arte, soñaba con ser guitarrista, dibujante y pintora. En mi casa, yo era la que arreglaba todo, como vasijas de greda rotas, era muy de manualidades, nada de colegio. En tercero medio me cambié a un nuevo colegio que es todo por lo que me dediqué a las artes visuales. Era lo mejor del mundo, se preocupaban de la persona. Y como tenía exámenes libres, me dejaba tiempo para dedicarme al arte. Ahí descubrí que el arte no era solo una herramienta para crear estética, es también mi forma de salir de la rutina y comunicarme conmigo misma y mi entorno.

¿Cuál es el arte que más te atrae, pintura, dibujo y en cuáles otras materias has incursionado?

Como me gusta todo, prefiero ir variando. Por experiencia, cuando siento que me estoy pegando y repitiendo, cuando no surge esa intimidad de mi trabajo, me salgo del confort del material y pruebo algo nuevo. La pintura y el dibujo son mi base, pero he trabajado con resina, tubos PVC, hilo, greda, arcilla, entre otros.

Trabajo a partir de la imagen, de líneas continuas. En mi taller, cuando reflexiono o cuando tengo tiempo para pensar, anoto de todo. Tengo papeles llenos de frase que me hacen sentido, que le dan sentido a la vida, consejos que doy y que me dan a mí. En mi casa somos muy así, mi mamá me enseñó a valorar a quienes tenemos al frente.

 

 

¿Qué significado le das a tu obra, qué la inspira?

Me inspira todo de la importancia de conocer al otro, de conectar, de ver lo que hay detrás del otro, ver las capas que tiene cada persona, no somos solo una cosa, soy una persona que ha pasado por muchas cosas que me han hecho lo que soy ahora.

Los seres humanos somos mucho, vamos más allá, máscaras. De ahí surge mi concepto de máscara y de trabajar más con materiales tridimensionales, siento que eso refleja a la persona. Todos somos rostro, y nos vamos cambiando la máscara dependiendo de la situación que vivimos. Y todas las vivencias nos forman, y eso representa mi trabajo de ir componiendo mis obras por capas y etapas.

Ahora estoy trabajando con la pintura y el dibujo, en un formato muy grande, rostros de 70 centímetros hacia arriba o tamaño real, de uno a uno, en tamaño rostro, que es más cómodo para trabajarlo y moverlo. Además, esa relación del uno a uno nos da el tiempo de conocer al otro.

Mi etapa alambre, que fue en el período de examen de grado, surgió a partir de la conversación conmigo, de recuerdos de infancia como los bordados de las mamás. Es el mismo acto de repetición, de buscarse, de recorrer, de ser consciente del presente. Y sobre lo que busco en el espectador, espero que disfrute lo que está bien, y que le impacte tanto o sean reflexivo frente a mi obra, que perciba el trabajo.

 

 

¿Qué caracteriza tu obra?

Lo mío son siempre rostros, pueden ser bio o tridimensionales y los compongo a través de repetición, recorrido, manchas, líneas. Siempre van a hacer una alusión a un rostro, son líneas o manchas que se entiende que son rostros.

Para trabajar no me pondo límites, he pintado con las manos, los pies y también con cepillos de pelo y dientes, he mezclado arena con pintura. No se limita el criterio. Me fascina el experimentar, ser más libre y espontáneo, algo más como la vida, a la deriva.

Mi paleta es muy llamativa, los colores tienen mucho que ver con los períodos que vivo, hay días que me pongo eléctrica, colorinche, cuando necesito decirlo, busco llamar más la atención. Cuando estoy más introvertida, los colores son más nubosos, opacos. Va mucho con estado de ánimo.

Y sobre las materialidades, no tienen límite, me encanta experimentar, me encanta cuando mis amigos me dicen que vieron algo y me sugieren probarlo. Mi gente cercana se interesa mucho en mi recorrido de obra, familia, amigos, no es que digan qué lindo. Se meten en mi pega. Ahora estoy con un amigo trabajando con NFT, vinculado a las imágenes digitales que se venden por medios digitales, con criptomonedas. Está muy de moda, y jugamos a meternos en este mundo.

Su experiencia de vida la ha llevado a buscar cómo ayudar con el arte y es en ese sentido que iniciará un magíster en arte terapia en el espacio CREA. “Me gustan los niños, cuido niños con arte, cuando los cuido les doy clases para experimentar. Los niños lo disfrutan, están tan estructurados que preguntan sorprendidos si pueden hacer algo”.

@arterostros.meg

 

 

 

 

 

 

 

Carlos Rosenberg

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