• abril 24, 2024

Arquitecto Jorge Ubilla: El sello Ubilla

Por María Alejandra Troncoso

Radicado en Osorno desde hace varios años, el arquitecto chileno, Jorge Ubilla, cambió los edificios corporativos en  Alemania, por casas en el sur de Chile, donde la madera, piedra y la iluminación natural, son piezas fundamentales de cada uno de sus diseños. “Siempre quise volver y asumir mis propios proyectos. Y hoy el sur se está imponiendo”, destaca el arquitecto.

Su sello está impreso no sólo en sus diseños, también en la forma de trabajar. “Me gustar participar en todo el proceso y la única forma, es no abarcar más de lo que puedo. Quiero seguir atendiendo personalmente como el panadero en su panadería… En el sur seguimos siendo muy artesanales y tenemos que enfrentar desafíos importantes».

Además de su oficina de arquitectura, tiene su propia constructora ´boutique´, como él mismo la define, con la que realiza ciertos proyectos más complejos. Parte de su tiempo libre, lo dedica a tocar en una banda de rock, que “está formada por clientes a los que les he hecho su casa y donde han incluido su estudio de música».

De su vocación y profesión, conversamos con el arquitecto Jorge Ubilla.

 

¿Cómo ha evolucionado su trabajo?

A los 25 años partí diseñando sucursales del Banco Estado. Era un tema interesante, cada sucursal era distinta y en esa época tuvo un cambio de imagen corporativa. La comunicación fue acompañada de un gran trabajo de diseño y construcción. Luego me fui a vivir a Alemania. Hice un posgrado y me quedé trabajando allá, en la Goldbeck Bau, que diseñaba edificios de oficina. Entré al programa de trainee, y me quedé en total siete años. Eran edificios de 100 millones de euros realizados por una empresa de pequeños ´genios´ alemanes que generaron un sistema modular de prefabricados de hormigón para construir en invierno. Armaban edificios completos bajo techo y lo transportaban en tren a donde había que construirlos. Era un patrón de tamaños, tipo legos, muy interesante. Pero llegó un punto en que necesitas salir de esa estructura y decidí irme. Aquí se ríen porque es algo que tengo muy internalizado, que me quedó como forma de trabajar. Y me ha ayudado a ser más eficiente en el uso de los recursos en general”.

¿En qué estás hoy?
Abocado a la arquitectura residencial. Hacemos algunas cosas más comerciales, como la plaza gastronómica de Osorno. Pero en general, son casas y cada vez más, segundas viviendas. Empiezas a heredar hijos de alguien a quien le hiciste un proyecto o un cliente al que ahora también le haces su segunda casa. Es muy interesante pues entras en la historia familiar. Nos movemos entre Valdivia y Puerto Montt, todos nos conocemos, y nuestras mismas obras nos promocionan. Sobre todo ahora que hay tanta inversión de santiaguinos en el sur de Chile. Actualmente trabajamos en varios proyectos, entre ellos, tres casas en el lago Rupanco. Otro es un proyecto de un alemán que nos pidió diseñar su casa en el Lago Puyehue. En este caso nos van a delegar el proyecto completo y trabajaremos en forma on line. Desde antes de la pandemia ya trabajábamos así, sobre todo para la revisión de proyectos que hacíamos por zoom. Pero este nuevo proyecto es 100% a distancia.

 

¿Cómo describes el diseño y la materialidad de tus proyectos?

Entre la primera y segunda vivienda hay diferencias. La gente le da más importancia al tema estético en su segunda vivienda. Muchos viven en departamentos. Y en la segunda meten todos sus intereses por el diseño y toda la frustración de lo que no han podido hacer.
En cuanto a materialidad, tratamos de aplicar materiales que convivan con el entorno de esta zona: madera, piedras, tejuelas etc.
Lo que no usamos son cosas absorbentes de humedad como el hormigón. Existe la sensación que la casa de hormigón es más resistente y perdurable. Pero en el sur, una casa de hormigón no tratada, será una esponja de humedad. Como estructura, la madera  es prioritaria que además la gente local sabe trabajar y se refuerza en algunos aspectos.  Además, con los sismos, la madera tiene una elasticidad importante, que le permite mantenerse tal cual. No obstante tenemos una  disponibilidad tal, que permite ir jugando con presupuestos, necesidades, etc. La madera siempre está ahí y permite una gran variedad de alteraciones, ampliaciones, modificaciones increíbles. Además, permite hacer proyectos a largo plazo, en varias etapas, para la estética exterior y el crecimiento de la familia.

¿Cómo ven el rol del arquitecto en el Chile actual?

En general, el arquitecto en Chile a diferencia de otras profesiones, trabaja poco como arquitecto, por una situación de oferta y demanda que no está equilibrada. Hubo una época en que las Universidades expandieron mucho la oferta de la carrera de arquitectura y el mercado no logró absorber tantos titulados. Los arquitectos tuvieron que expandirse a otras áreas, asesoría, ventas, sistemas de ventilación, materiales de construcción, etc. El rol del arquitecto hoy está muy diversificado. Y tengo dudas de si son felices entre lo que hacen versus lo que estudiaron. Lo que veo, es que los que estamos en el rubro construcción y diseño somos cada vez más responsables de varias cosas. Antes, sólo de diseñar. Pero hoy estamos bajo una lupa medioambiental, por ejemplo los Planes de Descontaminación comunales. En Osorno, las casas deben tener altos parámetros de ahorro energético. No nos dejan despilfarrar y eso debemos compensarlo con un diseño que responda a distintas variables como la ubicación, vistas, etc. El tema es que se debiera considerar la opinión y experiencia de los arquitectos al momento de realizar las normativas.

 

¿Qué factores determinan el desarrollo de un proyecto?
Los factores determinantes para el diseño son el lugar,  la familia y también el factor económico.
Nunca tomo en primer lugar lo estético, aunque suene contradictorio. Intento que primero sea una casa aterrizada para el nivel económico de los dueños y dónde se va a emplazar, que tenga sentido de pertenencia.
Yo trabajo mucho las plantas de arquitectura, antes de mostrarles algún atisbo estético, trato de aclarar el funcionamiento del proyecto, tamaños, proporciones, distribución, pues la casa se distribuye para una lógica de uso y eso se agradece. Claro esto, viene la magia de la arquitectura. En el camino voy conociendo el rollo, lo que les gusta y lo que nos les gusta a los dueños y vamos descartando. Acordamos la tendencia estética que me dice por dónde debiera ir el proyecto. En la etapa final,  trabajamos maquetas 3D. Ahí viene el despertar, el ´wau´ de las personas que finalmente se conectan con su proyecto. Esta es la parte más lúdica, lo que me da la tranquilidad, luego de todo el trabajo. Es igual que un escultor, elegimos piedras, las armonizamos con el entorno y antes de empezar, buscamos las herramientas, hacemos un preámbulo que me da directrices de a dónde va el diseño. Me sale muy natural.

Web: https://www.jorgeubillaarquitectura.com/

 

Carlos Rosenberg

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